La respiración es un proceso fisiológico que tiene un profundo efecto en la bioquímica interna del cuerpo humano. Cuando respiramos correctamente nuestro cuerpo es capaz de termorregularse en ambientes muy fríos sin apenas sensación de escalofríos o hipotermia. La circulación sanguínea y los canales energéticos se abren permitiendo la libre circulación energética de oxígeno (O2) por todo el organismo eliminando la sensación de pies y manos frías.
Gracias a una respiración nasal funcional se aperturan las vías aéreas superiores produciendo en la boca una mayor cantidad de saliva que favorece a más ensalivación y mejor digestión del bolo alimenticio. Esta producción salivar ayuda a que retengamos más agua en el cuerpo gastando menos energía y recursos durante todo el proceso respiratorio. Por contra, cuando hiperventilamos gastamos y consumimos un 42% más de agua que respirando nasalmente. Por este motivo, el cuerpo crea una intolerancia a la hispamina que es un neurotransmisor necesario para la regulación en el nivel hídrico del cuerpo.
Otro aspecto positivo de la saliva es que aporta más valor a la cavidad oral evitando la aparición de caries o el retroceso de encías y gingivitis. Ayuda en la posición de la mandíbula debido a una corrección en la posición de la lengua en el interior del paladar -al respirar correctamente- corrigiendo el desplazamiento de la estructura maxilofacial hacia atrás y recoloca la mandíbula en su posición natural. Además, una correcta posición de la lengua las cervicales y la espalda porque mejoran la higiene postural que -a su vez- disminuye posibles cambios morfológicos en la estructura ósea.
Un proceso correcto de la respiración nasal funcional se encarga de filtrar el aire de partículas suspendidas en el aire o lugar que nos rodea. Por lo que, reduce las posibilidades de aparición infecciones en las vías aéreas como son los constipados, mocos, rinitis, otitis, sinusitis e inflamaciones. Por tanto, podemos decir que la respiración funcional es una respiración de tipo antibacteriano protector de nuestro sistema inmunológico.
Con la practica de la respiración funcional se aumenta el paso del llenado de aire en los pulmones que refuerza y aumenta el número de células alveolares necesarias para transportar el O2 al torrente sanguíneo.
La respiración funcional hace aumentar la tolerancia al dióxido de carbono (CO2) contribuyendo a la alquimia gaseosa producida gracias al Efecto Bohr con consecuencias positivas en el equilibrio del pH en sangre. Este equilibrio es necesario para que las células transporten un 5% de dióxido de carbono para realizar su óptima función. Si el pH es alto al O2 le será muy difícil enlazar las moléculas de hemoglobina. Pero si el pH está equilibrado, entonces el sistema circulatorio, digestivo, endocrino, linfático y neuronal se verán reforzados generando un efecto muy positivo en el fortalecimiento de las distintas barreras inmunológicas del cuerpo.
La respiración funcional se encarga de actuar muy poderosamente sobre el sistema nervioso central reduciendo drásticamente los niveles de cortisol y adrenalina eliminando la ansiedad. Ralentiza la oxidación celular con reflejo en la piel, tejidos y órganos que tiene un efecto muy poderoso sobre el descanso y los ciclos reparadores de sueño al activar el sistema nervioso autónomo parasimpático.
En consecuencia, gracias a las respiración funcional podremos reforzar mucho el sistema inmunológico siendo inmune a casi todas las enfermedades. Investigadores de diversas disciplinas coinciden que el 1% de las enfermedades son producidas por problemas de herencia genética y el 99% restante son por una desprotección del sistema inmunológico, de ahí tomarse muy en serio el poder que tiene la respiración en la salud.
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